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El sueño de Primo Levi

11/04/2007

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La memoria. Llegada a Auschwitz
26 de febrero de 1944, 21h.
Óleo de Sofia Gandarias

Llegué a Turín el 19 de octubre, después de treinta y cinco días de viaje: la casa estaba en pie, toda mi familia viva, nadie me esperaba. Estaba hinchado, barbudo y lacerado, y me costó trabajo que me reconociesen. Encontré a mis amigos llenos de vida, el calor de la comida segura, el concreto trabajo cotidiano, la alegría liberadora de poder contar. Encontré una cama ancha y limpia, que por las noches (instante de terror) cedía blandamente a mi peso. Pero sólo después de muchos meses fue desapareciendo mi costumbre de andar con la mirada fija en el suelo, como buscando algo que comer o meterme en el bolsillo apresuradamente para cambiarlo por pan; y no ha dejado de visitarme, a intervalos, unas veces espaciados y otras continuos, un sueño lleno de espanto.

Es un sueño que está dentro de otro sueño, distinto en los detalles, idéntico en la sustancia. Estoy a la mesa con mi familia, o con mis amigos, o trabajando, o en una campiña verde: en un ambiente plácido y distendido, aparentemente lejos de toda tensión y todo dolor; y sin embargo experimento una angustia sutil y profunda, la sensación definida de una amenaza que se aproxima.

Y, efectivamente, al ir avanzando el sueño, poco a poco o brutalmente, cada vez de modo diferente, todo cae y se deshace a mi alrededor, el decorado, las paredes, la gente; y la angustia se hace más intensa y más precisa. Todo se ha vuelto un caos: estoy solo en el centro de una nada gris y turbia, y precisamente sé lo que ello quiere decir, y también sé que lo he sabido siempre: estoy otra vez en el Lager, y nada de lo que había fuera del Lager era verdad. El resto era una vacación breve, un engaño de los sentidos, un sueño: la familia, la naturaleza, las flores, la casa. Ahora este sueño interior al otro, el sueño de la paz, se ha terminado, y en el sueño exterior, que prosigue gélido, oigo sonar una voz, muy conocida; una sola palabra, que no es imperiosa sino breve y dicha en voz baja. Es la orden del amanecer en Auschwitz, una palabra extranjera, temida y esperada: a levantarse, «Wstawac».

Así termina La Tregua, uno de los libros de la trilogía en que Primo Levi, superviviente del campo de concentración nazi (lager) de Auswichtz, narra su deportación, su vida como esclavo y su regreso a Turín tras un azaroso viaje. Hoy, 11 de abril, se cumplieron veinte años de la muerte del escritor italiano; el mejor homenaje que podemos hacerle es seguir leyendo sus libros, escritos para satisfacer «la necesidad de que los demás supiesen» la verdad sobre los Lager. En la biblioteca del instituto podéis encontrar dos de ellas: Si esto es un hombre y Los hundidos y los salvados.

Sobre La tregua se hizo también una interesante película, con el mismo título, protagonizada por Jonh Turturro, que merece la pena ver.

La segunda ilustración, titulada En el campo, es obra del pintor judío Felix Nussbaum, cronista del Holocausto. Podéis encontrar más obras suyas en el monográfico que RedEscolar dedica a este terrible episodio de la historia del siglo XX.

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