Fin de curso, de Juana Castro
Crecían como corzos.
Los hexágonos verdes de las mesas
duraban sólo un sueño.
Luego abrían
sus paraguas de viento
y me dejaban sola
con mi panel de corcho,
con mis ventanas frías
y un ábaco de pena tirado por la alfombra.
Treinta y cinco paraguas por el cielo,
y yo la Mary Poppins más oscura,
recortando la sombra
de otros tantos cachorros voladores
en treinta y cinco
sillitas imposibles.
De La jaula de los mil pájaros.
En el último mes la búsqueda frenética de poemas de fin de curso ha llevado a que la entrada titulada precisamente así, Fin de curso, que contenía un poema de mi amigo Víctor Jiménez, se convierta en la más visitada, con mucha diferencia, de esta bitácora. Aunque creo que lo que buscan los internautas es otro tipo de poesía, más festiva y menos nostálgica, adecuada para las celebraciones de despedida, no resisto la tentación de colocar otro hermoso texto con el mismo título. En esta ocasión la autora es la magnífica poeta cordobesa Juana Castro, maestra de educación infantil. Está claro que para los que llevamos cierto tiempo en la enseñanza, por no decir a los que tenemos ya una cierta edad, a la alegría de las vacaciones se antepone la melancolía que nos produce el paso irremediable del tiempo.
La Biblioteca Virtual Cervantes ofrece una amplia antología poética de Juana Castro, y, en la fonoteca, varios textos recitados por ella misma. Los que busquen más poemas relacionados con la experiencia en las aulas no deben dejar de leer Aula IV, quien alguna vez haya dado clase a alumnos entre los tres y los siete años no podrá dejar de reconocerse en él.
Imagen: L’enfant au ballon, de María Blanchard.
Hablaron también de Juana Castro en sus blogs Angus y Bea Marín.
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es curioso que en la distancia y el tiempo…. creo que ayer me enseñaste a sentir el amor por la poesia.
Cuanto amor atesoras, JUANA. un abrazo de lejos pero muy cercano.