Los años
Seguramente habrás cambiado tanto
que aunque el azar de nuevo nos reuniera
no reconocería a la que fuiste
en la que ahora serás. También tus ojos,
si otra vez me miraran, mirarían
a un hombre en el que apenas queda nada
del muchacho de entonces.
¿Cómo puedo
saber que no fue un sueño la certeza
de nuestra juventud? ¿Fue aquella gloria
que se nos concedió luz sucedida,
luz que en verdad vivimos?
Va posándose
la niebla en la memoria, y acontece
la oscuridad, la noche en la que somos
nudo de sombras, fábula del tiempo.
Este poema pertenece a un libro titulado Elegías y publicado en 1984, pero yo lo conocí a través de un magnífico libro de texto, Lengua Viva 1, de José Calero, Mercedes Martínez y José Quiñonero, publicado por Octaedro, y que tuvo un merecido accésit al premio Francisco Giner de lo Ríos a la innovación educativa en1987.
Precioso poema, pero siempre queda algo; viejas querencias que no se abandonan: http://www.youtube.com/results?search_query=sex+pistols&search_type=&aq=f
Elisa, precisamente hoy he leído un artículo de Javier Marías en el que hablaba de nuestros «ayeres». Decía que en realidad lo único que cuenta en nuestras vidas es la juventud, lo que le sigue no es más que un disfraz.
El artículo y este poema son dos reflexiones sobre un mismo tema o parecido.
Acabas de darme una idea.
Uf, José Luis, claro que siempre queda, aunque yo siempre he sido más formalita en mis gustos musicales.
Lu, cuando se te enciende la bombilla, algo preparas, a ver qué nueva actividad nos sugiere en breve A pie de aula.
Besos a los dos y buenos reyes esta noche (de bienes espirituales, que de materiales andamos ahítos).