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Persecución

15/07/2009

El escritor mexicano Alberto Chimal, en su web Las historias, propone mensualmente la creación de microrrelatos a partir de una fotografía. A mí me parece milagrosa la capacidad que tienen, en los talleres de escritura, los retos que nos permiten imaginar historias que nunca se nos habría ocurrido escribir, pero que no dejan de enraizarse en nuestra memoria, en  recuerdos de lo vivido, oído o leído. Como me divierte enormemente comprobar la enorme variedad de respuestas y creaciones que surgen a partir de cada  imagen o frase «disparadora». Así que este verano me dedico a perder el tiempo con estos juegos que hacen desaparecer la angustia del papel en blanco. Esta es la imagen de la propuesta del mes de julio que hace Chimal y, a continuación, mi relato.

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Persecución

Parecía increíble que la figura regordeta de Sor Consuelo, sostenida por las cortas piernas escondidas tras la amplitud del hábito negro, pudiera desplazarse con aquella rapidez que la hacía parecer un ángel dotado del don de la ubicuidad. Don Roberto, no guarde las naranjas en el cajón, si nunca le va a faltar comida. Ay, don Roberto, traiga para acá, volvió a comprar jamón, si sabe que le hace mal. ¡Otra vez fumando, don Roberto, apague, por favor, el cigarrillo! Don Roberto, ¿no viene a misa? Lo peor fue lo de Bermúdez. La alegría de ver aparecer en la residencia a mi antiguo compañero de sindicato y de poder compartir con él la habitación se me apagó en tres semanas. Qué fue lo que hizo esa mujer con Bermúdez para convertirlo en su aliado sólo su Dios y ella lo saben. Empezó confesando y comulgando, después se inscribió en el coro de la capilla y enseguida se dedicó a hacer desaparecer mis paquetes de tabaco y a controlar mi salud y mi dieta con una tenacidad digna de la propia sor Consuelo.

Esta mañana murió Bermúdez. Con el ajetreo he conseguido cruzar hasta la tienda de la esquina y camuflar una botella de güisqui entre las hojas del periódico. Me lo estoy bebiendo en su honor, por los lejanos tiempos en los que compartimos huelgas, mujeres y retórica revolucionaria. Y no vaya a pensar, Sor Consuelo, que no me he dado cuenta de que se ha colado por debajo de la puerta y de que me está observando inmóvil desde la esquina. Pero de nada le ha servido esta vez su agilidad, porque, sólo con un pulgar, la he despanzurrado antes de que haya conseguido recuperar su tamaño. Por una vez le he ganado la partida a los milagros.

4 comentarios leave one →
  1. 16/07/2009 13:22

    Jajajajajaja!! Muy bueno el relato!!
    Si esto es lo que haces cuando pierdes el tiempo y cuando juegas… estoy deseando leer lo que haces cuando te pones en serio!!
    Un saludo!!

    • 16/07/2009 18:51

      ¡Buenísimo!! Y genial la idea de pasar el tiempo ilustrando con cuentos las imágenes.

  2. 16/07/2009 19:29

    Virginia, no me pongo en serio, me da pánico y además soy bastante vaga. Pero no hay nada más serio que el juego… En cuanto a lo de «perder el tiempo» me refiero a que lo hago sólo por gusto, pero no por ello lo considero menos importante.

    Marian, anímate, que es muy divertido. Y pásate por el blog de Virginia, merece la pena leerla a ella y a sus comentaristas.

  3. 25/07/2009 15:26

    Hola Elisa pasó por tu sitio con un doble fin: devolverte tu visita y gentiles comentarios, y felicitarte por el premio en Minificciones. Excelente texto.

    Saludos.

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